Por: Máximo
Ortega
Hace sesenta millones de años se extinguieron los dinosaurios. Se dice que fue por la caída de un meteorito en la Tierra. Pero ventajosamente sobrevivieron otras especies, entre ellas la musaraña arborícola (primate antepasado remoto de la familia de los homínidos a la cual pertenece el hombre). Ahora, al parecer, le toca desaparecer al hombre, pero no por culpa de un meteoro, sino más bien por el calentamiento global del planeta (efecto invernadero). Así, pues, por más que siga aumentando el calor (la temperatura de la superficie terrestre es la más alta desde 1880) con el consiguiente derretimiento de los polos, de los nevados; por más que escasee el agua (ahora llamado oro azul) el mundo no se acabará, lo que si está en peligro de desaparecer es la humanidad. Y en efecto, si las cosas siguen a este ritmo, el que probablemente si se extinguirá es el homo sápiens en compañía de otras especies animales, pero, obviamente, habrán algunas que sobrevivirán y poblarán la Tierra. Y en el mejor de los casos, sólo unos cuantos humanos se salvarán, siempre y cuando logren habitar en colonias acondicionadas en otros planetas (los norteamericanos calculan que en unos 20 o 30 años tendrán listas algunas en Marte, coincidencialmente justo cuando la capa de ozono esté totalmente destruida).
Esto del Calentamiento Global está
de moda en todas partes: TV, periódicos, incluso películas (vease por ejemplo el documental: "Una verdad incómoda” del ecologista y ex vicepresidente de EE.UU. Al
Gore). Pero, se ha preguntado quién es el gran
culpable de esta tragedia que ya la empezamos a vivir. La respuesta es LA
CODICIA DEL HOMBRE. Y esta codicia está conformada, entre otros, por los países
industrializados (EE.UU. se niega a
firmar el Tratado de Kioto, que aspira a evitar la emisión indiscriminada de dióxido
de carbono), las grandes empresas transnacionales e incluso por el común de
los mortales. Este último si bien no lo realiza a gran escala y de forma
directa, si lo hace de forma pasiva, conformista y negligente. Seamos
realistas, ¿cuántos de nosotros hemos luchado para proteger a la naturaleza en
nuestro país o provincia? ¿Cuándo hemos hecho caso a grupos verdes que a cada
momento nos hablan de tomar conciencia en la defensa de la naturaleza? ¿Qué ha
hecho usted? ¿Ha sembrado alguna vez un árbol?
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