EN ANTOJO DE ESCRIBIR

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La cueva de los Tayos (Ecuador)
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jueves, 20 de noviembre de 2014

LA PUERTA DEL TERROR




Por: Máximo Ortega

Las ventanas con cristales rotos, dejan pasar el viento frío que ruge en esta sombría y abandonada sala...





en la que ahora estoy relajado, y no tenso como aquel día en el que te esperaba para decirte que no abrieras LA PUERTA...  Pero, ¡maldición!, tuviste que abrirla y entrar primero cuando apreté el gatillo...






…Cuando me di cuenta de lo que había hecho, fue tarde. Tú estabas en el suelo, boca abajo, muerta...



¡Cómo maldigo aquella noche que te conocí en la cantina! Bebías y me mirabas de una forma agradable, de una manera tal como no me había ocurrido en muchos años. Y tus ojos negros me cautivaron. ¡Cómo me arrepiento de haberte traído hasta mi lecho de viudo solitario para satisfacerme de tu joven cuerpo!...




 ¡Cómo no quisiera retroceder el tiempo para controlarme! Pero fue imposible: ya estaba enamorado de ti, para nuestra desgracia!… No niego que era celoso y que sufría cuando no estabas conmigo…




Todo comenzó a cambiar cuando la gente del pueblo rumoreaba cosas malas de ti. Decían que te veías con el joven inepto que trabajó conmigo, y que era hijo, para mi mala suerte, de mi otrora amigo Rodrigo… Pero había un chisme que en verdad sí me molestaba, se refería a que te encontrabas a solas con él, ¡y para el colmo!, en mi propia casa…  


Aquel nefasto día, mi rabia llegó a su límite. Para desahogarme, me puse a beber…




En esos momentos, tú debías de haber creído que me encontraba en el mercado, en mi negocio… pero no, esa mañana suspendí mi tarea. Quería comprobar la verdad con mis propios ojos...



Envalentonado, volví a casa... Pero, ¡maldición!, no aparecías… Entonces, lleno de rabia, saqué mi REVÓLVER y subí al dormitorio: quería ajustar cuentas con el sinvergüenza, quería decirle que se alejara para siempre de ti….



Pero los dos no aparecieron... No me quedó más remedio que esperarte sentado en la butaca, en la misma que ahora estoy sentado…




¡Por fin iba a saber si los rumores eran ciertos o no! Mientras los esperaba, por momentos, dudaba si debía o no hacerlo. Hasta veía la posibilidad de abandonar la casa e ir a seguir libando y dejar las cosas como estaban, todo porque te amaba... Pero, ¡maldición!, debiste de haber sido tú la que abrió LA PUERTA y pasar primero a la sala…



A él ni siquiera lo vi, supongo que apenas te vio caer en el suelo, en medio de los gritos, huyó como una rata… Como ves, no pude contener mi arrebato, y sin querer te DISPARÉ…



No sé por qué lo hice: yo sólo quería dar al tipo un escarmiento, a ti jamás me hubiera atrevido a hacerte daño… Pero fue tarde, ya estabas muerta... Y, para mi desgracia, no podía soportar la idea de quedarme sólo en aquel mundo, a pesar de que supe que nunca me quisiste, que estabas conmigo sólo por mi dinero…


Después de nuestra tragedia, no he podido abandonar la idea de pedirte una nueva oportunidad… ¡Quiero que estemos los dos, eternamente juntos para no tener que escuchar nunca más las habladurías de la gente! ¡Sí, solos y felices por siempre en esta casa abandonada, recorriendo día y noche nuestros pasos…!



FIN