EN ANTOJO DE ESCRIBIR

EN ANTOJO DE ESCRIBIR
La cueva de los Tayos (Ecuador)

lunes, 13 de abril de 2015

¡ALGO MISTERIOSO ESTÁ OCURRIENDO!

Por: Máximo Ortega
Hace más de quinientos años nadie hablaba de la existencia del continente ahora conocido como América. Ni siquiera se pensaba que la Tierra era redonda. Peor imaginarse en los medios sofisticados de transporte actuales y en las telecomunicaciones… (Si Atahualpa hubiera tenido un fax o un celular a mano…)
Hace sesenta años era impensable hablar de que Europa se uniera en un solo país. Y ello por su decadencia: su moneda es única. Cuarenta años atrás era por demás inaudito que en Estados Unidos un negro llegara a la presidencia de dicho país. Sonaba a fantasía que un afroamericano “gobernara” al mundo desde la Casa Blanca… (Y pensar que en la década de los sesenta, en algunas ciudades estadounidenses a los negros se les prohibía sentarse en los asientos de los buses o ingresar a un restaurante). Hasta hace treinta años era imposible mirar a un jugador negro en un equipo de fútbol europeo. Veinte años atras, nadie hubiera creído que en Latinoamérica algunos países tuvieran gobiernos con ideología de izquierda. En ese entonces, hablar del Ché Guevara era prohibido, se corría el riesgo de ser considerado guerrillero. El Manifiesto del Partido Comunista era el peor libro que se podía encontrar en la mochila de un estudiante. Y así por el estilo, hace pocos lustros nadie se imaginaba que la China y la India hoy sean las economías que más crecen en el mundo. O que la misma China “comunista” se ubique hoy en segundo lugar en el ranking de países con más multimillonarios… O que Bolivia tuviera un presidente indígena… O que en EE.UU. se diera un ataque terrorista como el que ocurrió con las torres gemelas, etc., etc.
Al ritmo como se vienen dando estos sucesos (extrañamente, lo que antes tardaba miles o cientos de años, ahora ocurre en pocos años, meses o días) no sería nada desatinado imaginar para después de quince años lo siguiente: que los latinoamericanos, o los africanos, miraremos ingresar por nuestras fronteras a cantidades de norteamericanos, o europeos, o japoneses que vendrán huyendo de sus países, por causas muy extrañas. Y que nuestros gobiernos controlarán a los ilegales, y nuestros ciudadanos comenzarán a despreciarlos: les darán los peores trabajos… Y que una señora indígena, o talvez una de color, le comentará a su amiga su desacuerdo con que una hija suya se casara con un gringo de ojos azules, porque no podría soportar el qué dirán de la gente, pues, además, él es de clase baja y ha venido a quitarles trabajo… ¡Puede pasar!