Máximo Ortega
Estamos
en pleno siglo XXI y ciertas cosas deberían actualizarse, modernizarse.
¿Acaso
los sacerdotes no son humanos? ¿No pueden amar y ser amados? ¿No pueden tener
descendencia? Las relaciones sexuales son un instinto básico, al igual que
alimentarse, conservarse, etc.
En
el mundo suman miles de casos en que los religiosos han roto el celibato (voto de castidad). En Ecuador
se habla de alrededor de 300. Quizá esa sea la asignatura pendiente de los
curas. Así pues, debería ser opcional esto del celibato, de casarse y tener relaciones
sexuales normales.
Históricamente,
dentro de la Iglesia
católica se sabe que Pedro, el primer Papa, y algunos apóstoles eran casados.
Claro que en el Concilio de Nicea, en el 325, se decretó que los sacerdotes no
podían casarse y en ese mismo año en el Concilio de Laodicea, se establece que
las mujeres no podían ordenarse sacerdotas (¿acaso se sugiere que antes de esta
fecha las féminas si podían ordenarse como tales). Y así, a lo largo de los
siguientes siglos, unas veces se ha prohibido y otras permitido el matrimonio
de los sacerdotes.
No
estamos ante una cuestión en extremo difícil, el Papa Juan Pablo II decía
que: “el celibato no es esencial para el sacerdocio, no es una ley promulgada
por Jesucristo”. Entonces, el Vaticano, el Papa Francisco, deberían abrirse más, ser menos ortodoxos. Se evitarían escándalos…
En otras religiones,
se permite que un líder, un pastor de tal o cual iglesia pueda tener esposa e
hijos. ¿Cuál es el temor? La doctrina católica ya debería adaptarse
a los tiempos modernos. El Vaticano en otras cuestiones delicadas ya lo ha
hecho, ahí está lo de teoría de la evolución de Darwin.
Un
dato curioso, en los países de Europa, con mayoría protestante, no suele haber este tipo de
problemas, obviamente porque se permite el matrimonio de sus lideres
religiosos, y extrañamente, esos países son más desarrollados que los países
católicos de Europa.
Pero el asunto no es fácil. Detrás de esto hay intereses...