Por: Máximo Ortega
No es Barack Obama en Estados Unidos, y peor Wladimir Putin
en Rusia, quienes tienen el poder en el mundo, en una región o país. ¡No, nada
de eso! Son las multinacionales, las compañías petroleras, farmacéuticas…
quienes mandan en el planeta, y encima, lo hacen desde la comodidad de un
despacho privado (de las 100 mayores economías mundiales, 51 son empresas
privadas y 49 Estados nacionales). Es el famoso poder en la sombra, el poder
económico que decide el futuro de la humanidad.
En algunos países, quienes manejan los hilos del poder
son los grandes empresarios privados, las oligarquías, que a su vez reciben
órdenes de los dirigentes de las transnacionales, quienes deciden las políticas
económicas de un Estado.
Michel Foucault, decía, a fin de cuentas, que el poder
no es más que “conducir conductas”, es decir la posibilidad de ampliar o de
restringir el campo de acción de los otros. Las multinacionales, las grandes
empresas, que ahora quieren aprovecharse de la globalización de la economía, lo
que han estado haciendo durante estos últimos lustros, no es más que manipular
a los diferentes gobiernos, no sólo de los países desarrollados sino también
del tercer mundo, para de esta forma dominar el planeta entero con la idea
final de convertir a los humanos en mercancías. Prueba de ello es la baja del
precio del petróleo, las repercusiones negativas por los vaivenes en Wall
street, etc.
En ese contexto, se hace difícil predecir cuál va a
ser el futuro económico y político de los países ricos y pobres. ¿Qué sucederá
con las víctimas de la explotación laboral, con los migrantes? ¿Hasta
dónde llegará el poder…?