EN ANTOJO DE ESCRIBIR

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La cueva de los Tayos (Ecuador)

miércoles, 29 de octubre de 2014

LA CRIMINALIDAD Y SU RELACION CON LA NATURALEZA ¿Otra razón más para eliminar la pena de muerte?


 
                        Dr. Máximo Ortega Vintimilla
Especialista Criminología Universidad Complutense Madrid.
La criminalidad es un fenómeno complejo, cuya explicación, etiología, solución, etcétera, ha generado un sinfín de teorías, ora biológicas, ora ecologistas, ora sociológicas o psicológicas. En el presente artículo trataré de limitarme a plantear, no una teoría, sino más bien una hipótesis que compararía la criminalidad de la sociedad con la “criminalidad” de la naturaleza[i], para en base de ello, al final, reflexionar acerca de la eliminación de la pena de muerte.
Iré directamente al quid con un ejemplo: un criminal comete crímenes porque le “tocó” ser el “destinado” ha ejecutarlo. Es como si en vez de ser una catástrofe natural la responsable de “las muertes” o “lesiones” de personas, es el asesino habitual o el terrorista, etc., el que lo lleva a cabo, a manera de “reemplazo”. Se trataría pues de equiparar la criminalidad de los hombres con la, diríamos, “criminalidad” de la naturaleza.
Un crimen humano sería igual a un “crimen” natural, de tal forma que el hombre, un animal, las catástrofes e incluso una planta venenosa se equipararían, en el sentido de constituir “instrumentos” de la naturaleza en general, cuando de muertes o lesiones se trate. Concretando: si un rayo “mata” a una persona, o una serpiente envenena a un individuo, por qué no equiparar éstos con la muerte de una persona producida por otra persona. Se puede alegar que los dos primeros se deben a casos fortuitos, al azar de la naturaleza, y, en cambio, del tercero, no, porque el hombre está dotado de “razón”, “conciencia”, “voluntad”… El hombre también podría alegar “el azar” o “caso fortuito” debido a que la sociedad al igual que la naturaleza (caso de la ilustración del rayo y la serpiente) actúa unas veces creando bienestar y, otras, tragedias. Si la naturaleza está enferma, habrán terremotos, inundaciones, y asimismo, si la sociedad está enferma habrán crímenes, injusticias, pobreza, etcétera. Si la naturaleza provoca destrozos materiales, v.g. una casa destruida por una inundación, el hombre también lo hace, e igual un animal. Lo que quiero decir es que un asesino, un violador, un ladrón, un desfalcador, actúan -actuarían- como “intermediarios” de la naturaleza en la criminalidad, al ser la sociedad parte integrante de la naturaleza, e igual “intermediario” vendría a ser un deslave, o el SIDA que también mata personas. Claro está que hay una diferencia: el hombre, en verdad, tiene conciencia y sufre las consecuencias del delito (prisión, cadena perpetua, pena de muerte), en cambio, la naturaleza, en cierta forma, no. Si un hombre (psicótico, psicópata… según los casos y las circunstancias) asesina a diecinueve personas, para luego terminar suicidándose, no vendría a ser esto parecido a un accidente -sin dolo ni culpa- en el que mueren veinte personas incluido el chofer, si es un vehículo, o veinte personas que mueren en un terremoto. Entonces, de lo hasta ahora dicho, no existiría razón para justificar la pena de muerte, en el caso supuesto de que no se suicide el asesino arriba mencionado.
De lo visto, mi objetivo, por tanto, también sería llegar a establecer que todo lo que está en el planeta Tierra está interrelacionado. Comprende o existe una unidad de lo físico con lo biológico y lo social. Quizá estos problemas (la criminalidad, la pobreza…) que se dan en la naturaleza, en la sociedad, servirían para mantener un “equilibrio” en éstas, o mejor, se dan porque no hay “equilibrios” en la naturaleza y la sociedad.
Un hombre X que mata es como un rayo X que mata, es decir tanto en el un caso como en el otro son “víctimas intermediarias” de la naturaleza. Y bien podría ser la persona Y y no la X la que cometa el crimen (obviamente que tanto X como Y ya debieron de haber estado predispuestos al crimen, y al final, al igual que un rayo X o Y, le “tocó” a la persona X o a Y ejecutar el ilícito).
Mientras sigo exponiendo estas ideas que pueden sonar a fantásticas, no quiero sostener que por el hecho de que la sociedad -si se acepta la teoría sociológica de la delincuencia- “genere” criminalidad -que a su vez sería inherente a la naturaleza-, las cosas hay que dejarlas así como están, es decir abandonar el control de la criminalidad y dejarla que actúe como por obra del fatalismo, o del “destino”. Aunque la criminalidad se siga dando al igual que los fenómenos naturales, aquella puede ser controlada. Digo controlada ya que no se la puede eliminar. Querer eliminarla sería como tratar de afirmar que en tal o cual lugar  nunca van a ocurrir terremotos -éstos relativamente sólo pueden  predecirse-. Así, pues, como medida principal, el control de la criminalidad vendría dado con su prevención para de esta forma reducirla. Aunque, más importante sería también la prevención del riesgo de ser víctima del crimen, etc., etc.
Por otra parte, tampoco se puede negar que la criminalidad -como producto de la sociedad y la naturaleza- tenga orígenes en otros, diría, subfactores (y que influyen en el delito, obviamente): psicobiológico-antropológicos: constitución psíquica, orgánica, edad, raza, sexo, etc.; físicos: condiciones climatológicas de los pueblos, medio ambiente; factores culturales, económicos…
Vale asimismo mencionar que la criminalidad tiene mucho que ver con la evolución de la sociedad, la que estaría relacionada con la “evolución de la naturaleza”. En este contexto, si una sociedad evoluciona, la criminalidad tiende a reducirse, y al contrario, si no evoluciona, la misma aumenta. Al hablar de evolución me refiero, lógicamente, a la relacionada con los aspectos intelectuales, culturales, económicos y políticos de una sociedad (también estaría lo que tiene que ver con el control demográfico). El factor económico-político es un factor determinante en la criminalidad. Una sociedad, o mejor, un país, en el que está mal distribuida su riqueza, en donde unos pocos tienen bastante y la gran mayoría poco, o nada -lo que da origen a una gran mayoría de clase baja y escasa clase media y clase alta económica-,  genera una  mayor criminalidad de tipo convencional (robos, homicidios, lesiones, etc.) al igual que una considerable delincuencia económica; en cambio, una sociedad con mayor cantidad de clase media y poca alta y baja, es probable que tenga menor criminalidad convencional, aunque, eso sí, seguiría teniendo, aunque en menor grado, delincuencia de cuello blanco (criminalidad económica), y que es la realizada por los típicos banqueros corruptos (peculado bancario), o por altos funcionarios de un gobierno, en fin. Relacionado con el factor económico-político, entre otros, necesariamente estaría vinculado el factor cultural-educativo. Sin alargar, bastaría con mencionar el Raciovitalismo de Ortega y Gasset, para comprenderlo. En efecto, «el hombre que piensa bien vive bien». Y parafraseándolo diría también que la sociedad que piensa bien vive bien. Pero bueno, vamos con un ejemplo, para quizá tratar de aclarar en algo la idea del filósofo y sociólogo español, aunque parezca arbitrario: si un niño, que ha sido culturizado y educado bien, es tentado a cometer una infracción, por ejemplo, hurtar en un supermercado, no la cometería. Y si este mismo niño se encontrara en una situación de extrema necesidad, es decir de no tener que comer para sobrevivir, es probable, que en primera instancia, pidiera a alguna persona algo de comer para satisfacer su necesidad…, pero, eso sí, no creo que hurtara. Vale aclarar que este ejemplo no está relacionado con el «Campo Previo del Crimen»[ii] del que hablan Kaiser, Goppinger o García-Pablos, en donde se sostiene que las personas, por naturaleza, ante una situación pueden delinquir, v.g: hurtar en un supermercado a sabiendas de que no son vigilados por nadie. Lógicamente que ésto podría ocurrir con el niño del ejemplo, pero eso sí, como decía en líneas atrás, depende mucho del nivel cultural-educativo de un individuo, y también de las circunstancias. Claro está que todo esto, según mi modesto parecer, en cierta forma tendría que ver con la evolución biológico-mental del homo sapiens sapiens. En efecto, todos tenemos impulsos “criminales” latentes, o mejor, escondidos en el interior de nuestro ser, en nuestro código genético, y que cuando la situación se presenta propicia (adecuada), éstos aflorarían en forma de agresividad directa, en forma de “voluntad” homicida, de defraudación, etc. Lógicamente que si el nivel cultural de una sociedad, y de sus individuos en particular, avanza, es obvio que estos impulsos criminales escondidos se irán reduciendo. Sostengo también, como complemento a lo susodicho, que si se evitase caer en la «predisposición al crimen» se evitaría en gran medida el mismo. Un ejemplo, que no tiene que ver exactamente con un crimen, podría ayudar a comprenderlo: si en una gasolinera, en donde se prohíbe fumar por razones de seguridad, es contratado un individuo para que trabaje en ella, y resulta que es fumador habitual (aunque no intentara fumar en el trabajo), la gasolinera, con toda seguridad, estaría predispuesta a sufrir una desgracia tarde o temprano, lo que no ocurriría con un “abstemio del tabaco”.
Volviendo a lo de los factores que ayudan a la evolución de una sociedad -a manera de digresión-, vale decir que una sociedad que ha llegado a buenos niveles económico-políticos y cultural-educativos adquiere, de forma inevitable, una criminalidad convencional mínima, en especial la de los inmigrantes, grupos marginales, drogadictos, etc.; y, en cambio, genera una no convencional (criminalidad económica) diría que menor al de aquellas sociedades con medianos niveles económico-políticos y cultural-educativos (claro está que también aparecerían nuevas formas de comisión de infracciones: delincuencia de las sectas, crímenes informáticos, delitos por manipulación genética, etc.). En cambio, en el polo opuesto, si el nivel cultural-educativo y económico-político es bajo, aumentarían las dos: criminalidad convencional y criminalidad ecónomica. Por lo tanto, podríamos matizar que lo cultural-educativo está ineluctablemente ligado a lo económico-político, y todos ellos, obviamente, a lo social y a lo moral. Ahora, puede darse el caso de que un país culturalmente esté bien, como el caso de Rusia, pero que económicamente esté mal, entonces aumenta las dos clases de criminalidad[iii]. Es difícil hablar de una sociedad rica y poco culta, podría ser quizá el caso de los árabes (países petroleros) en donde no creo que existan problemas serios de criminalidad. Respecto al caso de los EE.UU. también es especial su criminalidad puesto que al ser el país más poderoso del planeta, se puede esperar de todo, y ello debido a la inmigración amplia, a la diversidad racial, cultural, religiosa.
Y bueno, casi como síntesis, como habrán podido apreciar, entre otras cosas, mi afán al escribir sobre la criminalidad de la sociedad y de la naturaleza, no es, como ya he mencionado, de que se deba aceptar el “destino” de la criminalidad (mucho menos polemizar filosóficamente en torno al azar y la necesidad), es decir, de que este mal que aqueja a la humanidad, se tenga que dar y punto, y quedarnos de espectadores. No, eso nunca. Lo importante es reducirla a través de la prevención, obviamente yendo a su etiología, entre otras razones, para de esta forma evitar tener que ser víctimas (compasión), o en su defecto, criminales (odio)… Y, como decía en líneas anteriores, todo esto -aunque con escepticismo-, se lo lograría a través de los mejoramientos de las condiciones económicas, políticas (democracia real), sociales, morales, religiosos y culturales de una sociedad para de esta forma llegar a su equilibrio, o lo que sería lo mismo, obtener su progreso y desarrollo.
Para terminar, retomaré -por así decirlo-, aunque sucintamente, el controvertido tema de la pena de muerte , es decir “continuaré” con la “minihipótesis”, consecuencia, eso sí, de lo expuesto en la mayor parte del artículo, en especial de la relación entre la criminalidad de la sociedad con la de la naturaleza, con las siguientes interrogantes: ¿No cree usted, estimado lector, que la pena de muerte no tiene sentido, si consideramos que el ser humano es un “instrumento” más de la naturaleza; por tanto, debe ser eliminada en todos los países del mundo? ¿No cree que es preferible la cadena perpetua -en caso extremo- antes que la pena de muerte, como sanción a una gravísima infracción, puesto que esta última, filosófica y religiosamente, termina con la vida de un ser humano, lo cual no da margen al verdadero castigo-arrepentimiento-rehabilitación-resocialización en vida (que sería lo correcto) de una persona, como consecuencia de una culpa (infracción penal)?… Los muertos no labran la tierra; los muertos no hacen revoluciones; los muertos no pagan penas; los muertos no se arrepienten.
Medite este artículo… ¿será realidad o fantasía?

                                                           FIN



[i] Para comprender las ideas de este artículo, se debe considerar que los crímenes de la      sociedad formarían parte de los “crímenes de la naturaleza”.
[ii] El “Campo Previo del Crimen”, es una teoría que sostiene que no se es delincuente al lesionar la norma jurídica: sin hacerlo algunos ya lo son, y es lo que interesa a la criminología.
[iii] El caso de este país es especial debido al brusco cambio en su sistema de producción, entre otros factores: glasnot, perestroika, caída del muro de Berlín que conllevó al derrumbe del supuesto socialismo en el mundo, globalización de la economía…




















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